Las dehesas del suroeste peninsular están viviendo un momento crítico. Durante décadas se han llevado malas prácticas, como las numerosas podas para leña o la aplicación excesiva de fungicidas. Ahora, un ejército silencioso de patógenos avanza sin freno, extendiéndose como una mancha de aceite y debilitando un suelo que, durante siglos, ha sustentado un ecosistema único. Ante esta amenaza, el Grupo Joselito lleva años apostando por la ciencia y por proyectos de I+D+i que empiezan, por fin, a dar resultados esperanzadores.
«Sin dehesas no hay bellotas y, sin bellotas, no hay ni cerdos ni jamón ibérico», comenta Juan Luis Gómez, director general de la compañía. Fundada en Guijuelo, y dirigida hoy por la sexta generación familiar, la empresa recuerda claro que mantener la tierra es, también, asegurar su futuro.
Por ello, hace varios años decidieron ponerse manos a la obra y liderar iniciativas de I+D contra la letal ‘seca’. Esta enfermedad, causada principalmente por el hongo ‘Phytophthora cinnamomi’, ataca la microbiota autóctona y positiva del suelo, destruye de las raíces de los Quercus de forma que hasta impide la absorción de nutrientes, debilita al árbol y finalmente provoca su muerte».
«Nuestra obligación es proteger lo que ha sido sostenible y apostar por la investigación para devolver la salud a este hábitat extraordinario donde se crían nuestros cerdos», comenta Gómez.
Creación de un departamento de I+D+i
Con el objetivo de reforzar el sistema inmunitario de los árboles, para que pudiesen recuperarse por sí mismos, nació un departamento de I+D+i al que se incorporaron 11 especialistas de distintas áreas (veterinarios, agrónomos, forestales, biólogos y químicos) para investigar la raíz del problema. «Hemos generado empleo cualificado en zonas rurales que llevaban años perdiendo población», explica Beatriz Isabel Redondo, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora científica del proyecto. «Y juntos estamos liderando una auténtica revolución regenerativa del suelo».
Dehesa recuperada por Joselito / J. J.
Aplicación de microorganismos autóctonos
Los investigadores comenzaron estudiando los patógenos que destruyen la microbiota de los árboles. Y encontraron un aliado en los propios bosques: microorganismos autóctonos, especialmente trichodermas, capaces de frenar y revertir los daños de Phytophthora.
Tras doce años de trabajo, la regeneración ya se ha aplicado en más de 2.700 hectáreas de fincas de Badajoz, Cáceres, Sevilla y Portugal, y tienen previsto que se extienda a otras 200 dehesas de terceros.
«Paralelamente estamos identificando plantas autóctonas con alta actividad antifúngica y desarrollando proyectos de economía circular para transformar restos de poda, materia verde y deyecciones en compost de altísima calidad que vuelven a la dehesa como fertilizante natural», detalla también la profesora Redondo.
«Si tenemos en cuenta que los hongos tienen un estallido de actividad en otoño y primavera, hemos detectado una mejoría en las zonas tratadas de un 7,5% en los índices de vegetación, un porcentaje bastante alto», asegura Gómez.
Inversión
En total, la empresa salmantina ha invertido más de seis millones de euros en investigación, con el acompañamiento de varias universidades y empresas, en la última década, y tiene previsto seguir haciéndolo. «¿Cuánto vale perder un árbol centenario? No tiene precio. Por eso invertimos en devolver vida al suelo que sostiene todo nuestro futuro», concluye Juan Luis Gómez.
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