El cerdo ibérico es uno de los sectores económicos más importantes en la Sierra Norte, muchas familias de esta comarca viven del engorde de cochinos en sus explotaciones en la dehesa y otras muchas de la industria que produce los derivados de este animal. Según datos de la Consejería de Agricultura en la comarca hay unas 1.200 explotaciones que se dedican al cerdo.
Para los ganaderos esta es una época fundamental ya que en octubre comenzó la montanera, la última fase de engorde del cerdo que se basa en el aprovechamiento de los recursos principales de la dehesa: la bellota y la hierba. Este año, «a pesar de que ha llovido tarde», tal y como indica el ganadero José Manuel Castillejo, de Alanís, «el tiempo ha venido muy bien», y según el técnico de Asaja, José Manuel Roca, «en las explotaciones de la Sierra Norte se aprecia una montanera media alta», comenta.
Pero este año, tanto para ganaderos como para los industriales, la campaña está marcada por la nueva norma de calidad del ibérico. Una de las principales novedades es el sistema informático Itaca en el que tiene que quedar registrado de forma telemática todo el proceso de cría desde que nace un lechón hasta que se vende el canal.
Se trata de un sistema de trazabilidad, que según José Manuel Roca, «complica la gestión del ganadero», no obstante cooperativas como Corsevilla en Cazalla se ocupa de estas gestiones y sirve de apoyo a sus socios, ya que, como comenta José Manuel Castillejo, presidente de esta entidad, «muchos ganaderos no tienen tiempo y les cuesta trabajo estos trámites».
Otra de las novedades de la norma es la restricción del número de cochinos que se pueden criar por cada hectárea de terreno. Se determina el número de cochinos que se pueden alimentar en cada finca de acuerdo a una foto aérea que cuantifica el porcentaje de árboles y en función de esto, el máximo es de 1,25 cerdos por hectárea.
Para Castillejo esta medida resulta perjudicial a los ganaderos de la comarca «porque la altura y la dimensión que tienen muchos árboles de nuestras dehesas no se pueden comparar al de otras zonas», y como consecuencia habrá explotaciones que soporten una mayor carga de ganado por la producción de bellota que genera.
Controles exhaustivos
En cualquier caso, para todo el sector esta medida lo que persigue es regular el mercado del ibérico. En este sentido, José Manuel Castillejo solicita que aunque se regulen los precios, «los controles deben ser igual de exhaustivos en todos los procesos de la cadena: ganadero, industrial, distribuidor y punto de venta».
Para Antonio Alonso, que dirige la empresa familiar Francisco Alonso, en Almadén, «años atrás ha habido mucho stock, pero ahora se están acabando los jamones ibéricos y la tendencia es que los precios vayan a mejor».
Según Alonso, la campaña de Navidad se plantea «muy atractiva» para la industria ya que hay poco género curado y «ya prácticamente no tienes que ir a vender, sino que vienen a comprar directamente», explica.
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