Con la llegada del otoño, Monte Nevado celebra la Montanera, la etapa más esperada del ciclo del jamón ibérico y el punto de partida de la calidad que distingue a sus productos. Durante estos meses, los cerdos ibéricos de bellota recorren libremente las dehesas del suroeste español, alimentándose de bellotas, pastos y recursos naturales en un entorno de equilibrio ecológico.
Esta alimentación natural y el ejercicio constante que realizan los animales —que pueden recorrer hasta 14 kilómetros diarios— son esenciales para obtener una carne rica en ácido oleico y una infiltración grasa equilibrada, responsables de la jugosidad, el aroma y el sabor característico del jamón ibérico de bellota.
Al concluir la Montanera, cada pieza comienza un cuidadoso proceso de curación natural en los secaderos de Monte Nevado, donde el tiempo, el clima y la maestría de los jamoneros definen su punto óptimo de maduración. Este proceso artesanal, heredado generación tras generación, asegura la autenticidad, el equilibrio y la calidad excepcional que distinguen a cada jamón.
Con más de 125 años de historia, Monte Nevado ha convertido esta filosofía en una forma de vida que une tradición, innovación sostenible y compromiso con la calidad. Ese equilibrio entre respeto al origen y búsqueda constante de mejora ha llevado a la firma segoviana a ser reconocida como la marca de jamón más premiada en la historia de los Premios Alimentos de España, otorgados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Esa misma vocación por preservar y transmitir el conocimiento se refleja en el Campus del Jamón Monte Nevado, un espacio pionero en Europa dedicado a la investigación, la formación y la divulgación de la cultura del jamón curado. Desde allí, la compañía impulsa el aprendizaje técnico, gastronómico y cultural en torno a uno de los productos más representativos de la identidad española, asegurando que las nuevas generaciones mantengan vivo este legado.
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