Sin llegar a las cifras de producción de porcino de capa blanca –26 millones– las tres millones de cabezas de cerdo ibérico gozan de una importancia excepcional. Estos últimos disfrutan en exclusividad de las dehesas y de la codiciada bellota frente a sus hermanos rosáceos, gracias al jamón ibérico de bellota, uno de los reyes de la gastronomía. Con todo las exportaciones suponen aproximadamente entre el 10 y el 15% del total, según apuntan fuentes del sector, que reclama que se clarifique en los códigos de exportación Taric, que actualmente no incluyen este dato.
Productores y la Interprofesional del Cerdo Ibérico (Asici) llevan tiempo solicitando un distintivo a las autoridades para diferenciar claramente lo qué es ibérico y lo que no lo es cuando cruza nuestras fronteras. En el caso de algunas empresas con gran tradición exportadora, como Montesano –con una tasa de sacrificios en torno a 18.000 cerdos ibéricos de bellota (60% puro y 40% cruzado) y de 20.000 de cebo– destina el 30% de su producción a la exportación, según asegura Jaime García Pascual, consejero delegado y director comercial de la empresa.
Los principales destinos son Japón, China, Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, México y Canadá. Pese a todo, entre el 70 y el 80% de su producción “premium” se dirige a consumo interno. En el conjunto del sector, este porcentaje es mayor, según Asici, consumiéndose el 90% de la producción.
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